jueves, 12 de enero de 2012

¿Somos tan complicados?


Ayer, mi amiga Aida, escribió en su blog “Aventuras de una traductora-intérprete en Madrid” (http://aidagda.com/) una divertida entrada titulada: “5 cosas que uno debe saber antes de salir con un traductor/intérprete”  que causó toda una revolución en Twitter.  Bajo el “hashtag” #tips2dateatranslator los normalmente serios y circunspectos traductores y unos cuantos intérpretes comenzaron a dar consejos, divertidos y sabios a la vez, a posibles novios y novias.
No niego que disfruté, participé y me reí a carcajadas con los comentarios, pero ya cuando me iba a dormir, había tres puntos que rondaban en mi cabeza:

  1. Los traductores e intérpretes somos bastante intransigentes a la hora de escuchar/leer a un colega.  Personalmente, confieso que si puedo escuchar el audio original de cualquier programa lo hago sin prestar atención a las quejas de mi esposo que no entiende ni jota y ni se diga de leer un libro traducido; simplemente no lo hago.  Creo que esa intransigencia deriva de los altísimos  estándares de calidad que nos imponen (mos) en nuestro trabajo.  Piensen un poco: si un orador se corrige, nadie lo critica; sin embargo, si un intérprete se corrige, nuestro público inmediatamente piensa: “Este o ésta como que no es tan bueno(a)”, independientemente del hecho de que llevemos toda una semana interpretando precioso.
Por otra parte, nuestra responsabilidad en transmitir sin faltas u omisiones algo que puede salvar la vida de alguien, o evitar una tercera guerra mundial, nos hace ser particularmente críticos.

  1. A mi modo de ver, el número de tweets recomendando que bajo ningún concepto se mencionaran las palabras Google y Translate en la misma frase, refleja que nos sentimos un poco intimidados por esta herramienta y abrigamos un temor más o menos grande a que en un futuro seamos reemplazados por algún aparato o programa.   Ya se ha escrito en este mismo blog que considero que eso no pasará, al menos en los próximos 50 años, ya que afortunadamente, para hacer una buena traducción o interpretación se requiere cerebro para discernir cuál es el mejor significado que se debe aplicar.  Es decir, no hay necesidad de preocuparse, pero igual la advertencia es válida: No se debe mencionar Google Translate.  ¡Nunca!

  1. A la luz de las innumerables recomendaciones para salir con un(a) traductor(a) o intérprete, provenientes tanto de hombres, como de mujeres, me pregunto: ¿deberíamos venir con una etiqueta que diga “Advertencia: se ha determinado que esta persona puede ser nociva para su salud” y un manual de instrucciones?  Quisiera responder que no, que somos seres humanos igualitos a los demás, pero estaría mintiendo descaradamente.  Somos una raza muy particular.  Nuestro oficio nos lleva a ser semi-eruditos en muchos temas y, como tenemos altísimos estándares de calidad (como ya dije), nos molestan los comentarios desinformados de la gente en general y de nuestras parejas en particular.   No voy a ahondar en las faltas de ortografía o el uso inadecuado de términos, que pueden hacer que surjan en nosotros los más bajos instintos asesinos, pero sí mencionaré de pasada que más vale que los futuros novios o novias tomen esto en cuenta por su seguridad personal.  La incomprensión del mundo en general acerca de nuestro oficio nos ha puesto a la defensiva y a veces respondemos de mala manera a una pregunta perfectamente inocente como: “¿Cuántos idiomas hablas?” O “Pero si nos has hecho nada en todo el día, salvo hablar, ¿cómo es que estás cansado(a)?” O “¿Y sigues en pijama?” ¡Nuestro trabajo agota, nos exprime el cerebro!  Por tanto, mucho sabemos agradecer que nuestra pareja lo entienda cabalmente desde el primer minuto de la primera salida.

Agradezco mucho a Aida por su entrada, se la leí (tres veces) a mi esposo por si le quedaba alguna duda de cómo tratarme y creo que entendió porque hasta se aventuró a ofrecer un consejo: “Nunca confundas los términos «traductor» e «intérprete»”.
Igualmente, les insto a buscar el hashtag  #tips2dateatranslator para que se rían un rato y se lo reciten a sus parejas.

4 comentarios:

  1. 100% cierto. Confieso que la más mínima falta ortográfica, el mal uso de un "cuyo", el dequeísmo, me crispan y hacen que, de inmediato, tienda a considerar como un ignorante al que escribe/habla... Lucho contra ese sesgo / deformación profesional. Por cierto, una de las primeras peleas que tuve de novia con el que es mi actual esposo fue porque en un momento de conversación más de tú a tú, intervine en una otra conversación paralela y algo distante...

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    1. Jajajaja!!! Ni me hables de nuestra ¿habilidad? de meternos en cuanta conversación paralela esté ocurriendo a nuestro alrededor para asombro y enojo del que está con nosotros.

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  2. Una interesante reflexión y creo que muy acertada.
    A veces nos encanta ver en lo que nos diferenciamos pero no somos tan terribles como nos gusta dar a entender. Somos pesados con algunos comentarios, pero igual que cualquier profesional. Mi hermano habla de materiales, cimentaciones, túneles y tipos de suelo porque es ingeniero y tengo amigas que hablan de sus trabajos y tienen manías relacionadas con su profesión.
    Lo bueno es sentir pasión por lo que haces, todo lo demás es secundario.

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  3. Así es! Cada quien habla sobre su oficio porque es lo que le apasiona y nosotros no somos diferentes. Creo que las manías provienen más bien del hecho de que somos humanos y no de que seamos intérpretes y traductores. Gracias por tu comentario!

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