Nuestra profesión, como todas, se ha beneficiado enormemente de la tecnología. Hace treinta años, cuando empecé, me preparaba para una conferencia investigando en la Enciclopedia Británica y escribiendo mis glosarios en libretas índice. El día del evento, acarreaba conmigo todos los diccionarios que físicamente pudiera cargar: inglés-inglés, español-español, inglés español y especializado (preferiblemente 2). Si se trataba de traducciones la cosa funcionaba así: cuando llegaba un documento, compraba un cuaderno y hacía la traducción a mano dejando línea por medio, necesario para poder corregir la traducción. Una vez listo mi trabajo, le enviaba el cuaderno a una mecanógrafa profesional que se encargaba de pasarlo a máquina. La mecanógrafa me devolvía el documento tipeado y yo tenía que releerlo para asegurarme que no hubieran “errores de dedo”, este proceso podía durar varios días, o meses dependiendo de la longitud del documento. Finalmente salía la traducción lista al cliente, quien sólo tenía esa copia del documento traducido.
Hoy en día, me preparo para una conferencia investigando en Google, descargando glosarios ya listos (algunos ya en ambos idiomas) de Internet directamente a mi dispositivo móvil donde además tengo enlaces para acceder inmediatamente a sitios especializados en vocabulario que hasta me indican cómo se pronuncia la palabra. Las traducciones llegan en formato “electrónico”, las escribo yo misma en mi PC, las corrijo y se las mando al cliente en el mismo formato, lo que le permite tener todas las copias que quiera del documento traducido. ¡Todo, muchas veces, en cuestión de horas! Verdaderamente la tecnología ha sido de gran utilidad para nosotros. Hoy en día hay software que traduce e interpreta automáticamente y aunque le falta la capacidad de discernimiento del cerebro humano, la tecnología sigue avanzando… ¿Quién sabe a dónde llegaremos?
Por Isabel Pieretti
Miembro AVINC
Me has hecho recordar también el tiempo que había que prever para el mensajero que venía a traer o retirar la traducción ... hoy hacemos clic en "enviar" y ¡listo!
ResponderEliminarYo todavía guardo muchas libretas de índice con vocabularios. Me las traje en la mudanza. No sé hasta cuando estarán guardadas, pero en esa época tenían un gran valor!!!
ResponderEliminarPor ahí también recordaron el uso masivo del Tippex. Yo también guardo mis libretas celosamente. Gracias a Dios que hacer click no cuesta nada ni lo agarra la lluvia ni se cae de la moto!
ResponderEliminarYo me inicié como traductora autodidacta y en esa época la tecnología estaba a nivel de máquina de escribir manual. Después nos graduamos a máquina IBM eléctrica común y corriente, luego con cinta de corrección y entonces ¡llegó la PC y el Word Perfect! De verdad, he olvidado las penas que pasé para producir un documento decente.
ResponderEliminarEso es historia, pero un consejo para los nuevos es que siempre deben crear sus glosarios que luego les facilitará el trabajo para toda la vida.
Recuerdo con mucho cariño mi máquina de escribir manual. Me encantaba el tipo de letra que tenía. Luego, compré una maquinita eléctrica de donde salieron también muchos trabajos. Me inicié en el mundo de la computación con una Epson y su flamante procesador de palabras Valdocs! Muy buen consejo, preparar siempre glosarios!
ResponderEliminarAsí es, parece que hace mil años que tenemos las computadoras... Mi primera máquina de escribir fue una Olivetti color turquesa... La segunda una Brother eléctrica, ésa me alivió bastante la tarea. Mi primera PC no tenía disco duro, sino dos unidades de disco flexible (los primeros diskettes que salieron, los verdaderamente flexibles). Hoy no me imagino traducir sin computadora.... En traducción, no se cumple aquello de que "todo tiempo pasado fue mejor".
ResponderEliminar