COTUFAS, POCHOCLOS, CRISPETAS O
TODAS ELLAS
Por el reconocimiento de la
multiculturalidad lingüística
Por Amarú Araujo Villegas
Traductor e intérprete, miembro AVINC
En estos tiempos de “globalización” o “mundialización” el aprendizaje de un
idioma es un instrumento mínimo de supervivencia en un mundo “hiperconectado”.
Surge, a mi parecer, una interrogante tanto para profesores como para
aprendices ¿cuál español debo enseñar/aprender? En un nivel gramatical
podríamos encontrar un grado de coincidencia aceptable; sin embargo, para la
adquisición de vocabulario las cosas pueden cambiar debido a las variantes del
español. Una actividad tan cotidiana como ir al cine puede transformarse en una
clase magistral de español latinoamericano al momento de comprar palomitas de
maíz (nombre más común en español). En Venezuela las llamamos “cotufas”, en
Argentina “pochoclos”, en Perú “canchita” o “canchita blanca” y adoptan el
término anglosajón “pop corn” del mismo modo que en Panamá, en donde también
las llaman “pro con” probablemente por una dificultad fonética, mientras que en
Colombia adoptan el nombre de “crispetas”.
Los ejemplos antes citados son una pequeña muestra de la gama de términos por
aprender en las variantes del español, y digo variantes del español porque se
habla del español de España, español de Venezuela, español de Argentina, entre
otras. Cada una de ellas tiene una carga cultural y ancestral que no debe
quedar de lado. Así, nos adentramos en el multiculturalismo lingüístico que
suele ser más importante que el propio bilingüismo, ejemplo de ello son los
dichos y refranes que muchas veces no comprendemos, incluso en los propios
países de habla hispana. Para los traductores estos factores multiculturales
pueden ser un obstáculo difícil de superar, mas no imposible; basta con
dedicarse a comprender las estructuras lingüísticas y los regionalismos o
localismos propios de cada país, en este caso de habla hispana, para llegar a
soluciones adecuadas a la realidad del público destinatario.
Un
profesor o alumno nunca debería decir que tal español es mejor que otro, ya que
decir esto sería desconocer la cultura de una comunidad lingüística. En
Venezuela, como en muchos otros países latinoamericanos, aún se preservan las
voces indígenas, así como una gran influencia de términos extranjeros que
acaban por “venezolanizarse” y por ende a formar parte de nuestro español. Ya
algunos de nuestros platos típicos, entre otros términos, figuran en el
Diccionario de la Real Academia Española el cual, resulta imperativo hacer la
acotación, no es el libro todopoderoso de la lengua española, sino una
recopilación de palabras en español estadísticamente más usadas dentro de las
variantes del español. La falsa creencia de que “si no aparece en el
diccionario, no existe” ha hecho que nuestra cultura lingüística quede en
desuso y terminamos adoptando palabras como “implementar” que en realidad
proviene del inglés “implement” y acabó por españolizarse e incluirse en el
diccionario, dejando de lado sus primeras acepciones como “realizar”, “llevar a
cabo”, “efectuar”, “ejecutar”, “cumplir”.